martes, 31 de marzo de 2009

Turismo Cultural ¿Son compatibles el turismo y la cultura?

Se ha extendido tanto, que ya se ha incorporado a nuestra forma cotidiana de vivir, aparece en las conversaciones de la gente, y es una más de las ofertas que nos proponen las agencias de viajes. Se trata del turismo cultural. La vieja alternativa de playa o montaña está ahora anquilosada. Las posibilidades de este sigo que comienza son casi infinitas: universo, playa, montaña, cultura, aventura, riesgo, sexual… Cualquier adjetivo que se nos ocurra puede añadirse a la palabra turismo, y sin mucha pérdida de tiempo alguien se encargará de organizarlo todo: viajes, lugares, fechas. El problema es que estas expresiones se nos han ido colando, así, como que no quiere la cosa, en nuestra forma de vida, sin un cuestionamiento previo. Y como la filosofía consiste precisamente en eso (toda filosofía debería comenzar con una momento inicial de escepticismo), hoy (cuando aún están frescas las vacaciones) se me ocurre plantear algunos interrogantes alrededor de esta nueva forma de turismo y negocio que ha dado en adjetivarse de cultural.
No se me ocurre cuestionar que la dichosa expresión tiene una componente esencial de turismo y de negocio: el señor o la familia que visitan la exposición “x”, tienen a menudo que realizar un viaje, realizan gastos en restaurantes, quizás también en hoteles, y es probable que se dejen algo de dinero, por qué no, en las tiendas del museo de turno. Turismo es, RAE dixit, “actividad o hecho de viajar por placer”, y lamentablemente, uno de los placeres que se nos han inculcado consiste en el consumo, palabra íntimamente unida al turismo. El problema es dónde queda, en medio de todo este sistema, el adjetivo “cultural”. Basta hacer un poco de memoria para ver, por ejemplo, dónde han quedado todos los conocimientos que adquirimos en el año 92 alrededor del descubrimiento de América. Qué ha sido del año quijotesco que acabamos de superar, o que está siendo del año de Mozart. ¿Dónde terminarán todas esas explicaciones de museo y de exposición cuando volvamos a nuestras vidas diarias, en las que no somos turistas, y nos volvamos a dejar hechizar por nuestros quehaceres? ¿Acaso somos “más cultos” por haber visitado a toda prisa el Louvre o los museos vaticanos?
Mucho me temo que la cultura es otra cosa, que difícilmente se puede fortalecer con el turismo. Sí que es posible, lo decía arriba, el proceso inverso: que la cultura se tome como pretexto para el negocio, el viaje y la fanfarria. Y todo esto podría tener su sentido, por qué no, si a partir de las exposiciones, conferencias, museos, comenzáramos a tener interés por aquello que hemos visto/escuchado/leído. Si todos esos contenidos “culturales” pasaran a formar de un modo u otro parte de nuestra vida, despertaran nuestra curiosidad y nuestro afán de saber. El verdadero turismo cultural consite en leer muchos libros si uno se interesa por la literatura, escuchar muchas veces a Mozart y a otros músicos, si lo que nos apasiona es la música, y en no perderse una exposición si el arte nos tiene deslumbrados. Pero mucho me temo que no es el caso de la gran mayoría de gentes que pululan por museos, exposiciones, conciertos, lugares que, por otro lado, se convierten en ocasiones excepcionales para la promoción política, el sacarse la foto, o simplemente el marcar estilo luciendo las mejores pieles, trajes o modelitos de los armarios. Pobre cultura, qué poco la apreciamos.
FUENTE:
http://www.boulesis.com/boule/el-turismo-cultural/

No hay comentarios: